
Hubo un día en el que nació un pájaro. Que tenia de especial? Nada. Lo cierto era que no tenia nada que llamase la atención, era un pájaro del montón.
Aprendió a volar como todos los pájaro y un día se pregunto que se escondía detrás de ese árbol tan alto. Voló por encima del árbol y se encontró un bosque, con arboles mucho mas altos que el primero y volvió a preguntarse lo que estaría tapando ese bosque. Desplegó las alas y se elevo por encima del bosque.
Cuando lo paso se encontró una gran montaña, y nuestro pájaro volvió a preguntarse que intentaban ocultar detrás de esa roca tan enorme. Y el pájaro subió y paso la montaña.
Creyendo que ya no habría nada mas alto que la montaña decidió volver a su casa, pero entonces todo empezó a oscurecerse. Miro hacia arriba y vio una gran nube negra justo encima de su cabeza. Pensó que después de eso ya solo estaría el cielo azul, una extensión tan grande que podría volar tanto como quisiese. Así que subió aun mas alto, mas alto de lo que ningún pájaro había llegado nunca y cuando dejo atrás la nube se choco contra algo.
El pájaro no podía entender que había allí para darse un golpe. Cuando miro mas detenidamente se dio cuenta de que era un gran barrote. Siguió volando siguiendo decenas de barrotes, miles de barrotes. Mas anchos que el tronco de ningún árbol. Voló hacia arriba, hacia donde apuntaban todas las grandes columnas de hierro. Y allí, donde se juntaban todas había una nota que ponía.
Ya descubristeis, que ni el pájaro que vuela mas alto es libre.





