-¿Dónde vas?-Tengo que coger un vuelo.
Ella le miro desnuda desde la cama y pensó en la inmensa suerte que tenia de disfrutar de su compañía.
-Eres un mentiroso. Dios te castigara por ello ya veras.
Escucho su risa desde el baño.
-Iremos al infierno por lo que acabamos de hacer. Añadir a la lista el pecado de la mentira no me parece algo tan grave.
Metidos en la cama los dos se dan cuenta de cuanta falta se hacían. Que en un momento cercano, el contacto se convirtió en una necesidad tan fuerte que provocaba dolor físico.
-¿Vendrás conmigo?
-¿A dónde?
-Tengo que coger un vuelo.
Sus manos si volaban, rozando apenas su cuerpo, sintiendo el calor entrando por las yemas de sus dedos.
-Llévame contigo…
Un ruego, un susurro, una promesa de algo mas.
Ambos cumplieron. Él cogio un vuelo y ella le siguió al fin del mundo.
Jadeos al oído, manos entrelazadas, las sabanas revueltas y el corazón saliendo por la boca fue suficiente para llevarlos a un mundo único, un paraíso privado donde las ansias murieron enterrado en sus caderas.
Ella miro su cara exhausta y feliz sobre su pecho y no pudo callarse una pregunta.
-¿Tan importante era el vuelo?
-Cuestión de vida o muerte…
